El sexo es uno de los placeres de la vida más ancestrales, y no es de extrañar que exista un gran negocio en torno a esta práctica. Uno de estos negocios es el de la prostitución, considerada como una de las profesiones más antiguas del mundo, básicamente porque la herramienta de trabajo no tiene por qué pasar por un refinamiento tecnológico: es el propio cuerpo.
Aunque la prostitución es legal muchos países, no lo son algunas de las prácticas, por ejemplo, la captación de clientes en la calle. Esta profesión no goza de gran aceptación social y suele desprestigiarse, eso sí, más a las personas que comercian con su cuerpo que a las mafias que muchas veces hay detrás de ellas. La estigmatización que cargan estas personas forma parte del negocio y del tipo de producto ofrecido.
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